A raíz de las dos bodas efectuadas durante el verano de 2019 en nuestra iglesia, analizaremos brevemente, con la ayuda de nuestro pastor Tadeo Quezada, la importancia de esta unión, a la luz de las escrituras.
Dos nuevas parejas de casados se suman al gran grupo de matrimonios jóvenes de nuestra iglesia. La primera, conformada por Cristopher Pizarro y Valeria Tapia, quienes se unieron ante el Señor, el día 26 de enero y la segunda, conformada por Andrés Jaime y Camila Moreno, cuya ceremonia fue realizada el 23 de febrero.
La base del matrimonio para nosotros está en la biblia:
Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.
Génesis 2:24-25
Aquí hay muchos principios, primero, se habla de un hombre y una mujer. Para nosotros el matrimonio se concibe de esa manera. El hecho de unirse en una sola carne, habla de ser uno solo, ya no son más dos, al contrario de lo que actualmente se promueve. La modernidad ha llevado a cambiar este orden, sobre todo en los no creyentes, dejando de lado lo mutuo: “Esta lo tuyo, está lo mío, esta es mi casa, este es tu auto” ejemplifica el pastor Tadeo.

El matrimonio es un “nosotros” y de esa perspectiva lo vemos y entendemos también en el texto: “dejará a su padre y a su madre” donde se habla del acto de apartarse para el matrimonio, para el esposo o la esposa con el fin de ser una sola carne, lo cual también se refiere al ámbito sexual, donde se puede disfrutar de la intimidad.
También es importante la descripción “estaban desnudos”, que no solo hace alusión a la desnudez física, sino a la condición sincera en la que los contrayentes se presentan el uno al otro, “tal como son, sin cosas que esconder” asevera el pastor. Es importante saber, y siempre recalcamos, que el mejor aliado del matrimonio es el tiempo, ya que nos permite conocernos y avanzar.
Un pacto fundado en la roca
Cuando hablamos de matrimonio hablamos de un pacto, más que un contrato, en el que Dios toma al hombre y le da instrucciones sobre cómo actuar y a su vez, le promete bendiciones. En este caso es un pacto matrimonial y durante la ceremonia usamos, como símbolo para los contrayentes, un cordón de tres dobleces, cada uno con un color: el azul representa al hombre, el rosado a la mujer y el dorado a Dios, el cual no se rompe fácilmente (Eclesiastés 4:12).
Asimismo, recurrimos al ejemplo clásico de Jesús cuando habla sobre el hombre necio y el hombre sabio (Mateo 7:24-27); siendo el primero el que edificó su casa sobre la arena y el segundo, quien lo hizo sobre la roca. Para ambas edificaciones vinieron vientos y lluvias, mas una se cayó y otra resistió. ¿Por qué prevaleció la segunda casa a pesar de que estaban en la misma situación? Porque estaba fundada en la roca, que es Jesucristo. Asimismo sucede con las parejas; un matrimonio fundamentado en la fe en Jesús, va a permanecer aunque vengan lluvias, vientos y ríos. Vendrán ataques de todos lados, pero si el matrimonio está construido en la roca, que es Cristo, nuestro Señor, va a permanecer en el tiempo y va a dar los frutos que él quiere.
En esto creemos y esto es lo que enseñamos. Por esta razón, nos preocupamos de cada matrimonio de nuestra iglesia, generando instancias en las que puedan adquirir herramientas útiles para fortalecer tanto su relación de pareja, como también con el Señor y a su vez, buscamos que puedan estrechar lazos con las demás parejas, a fin de que compartan con otros hermanos y se sientan acompañados en este camino. Es por ello que una vez al mes, nos reunimos con los matrimonios jóvenes, de hasta 15 años de casados, para compartir y aprender sobre temas prácticos, fundamentados en la palabra de Dios.
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